
Frankman Román nació y creció en la edad de oro de los cartoon de televisión. Empapándose desde pequeño con las series de Batman, Spider-Man, Cazafantasmas, Tortugas Ninja… tuvo claro ya entonces que algún día formaría parte de todo ese mundo.
Se crió, como todo buen hijo de la Ñ, con los cómics de Mortadelo y Filemón que heredaba, y se enamoró del olor de las páginas que devoraba con avidez. Después descubrió que los X-Men no solamente vivían en la televisión, y gracias a un número Giant-Size 1 de los mutantes, que aún guarda como oro en paño, se dio cuenta de que su sueño estaba en los lápices. Desde entonces no solo deseó dibujar uno, sino que empezó su faceta de coleccionista de cómics, con especial amor al género negro y terrorífico.
Autodidacta en todos los aspectos, Frankman leyó y practicó año tras año, dividiendo dibujar y respirar con la misma importancia.